Juan Jované /Economista (opinion@epasa.com) / PANAMA AMERICA
Quien escribe estas líneas ha tenido por muchos años la costumbre de dedicar una parte del tiempo de Navidad a la lectura de algún libro de actualidad. Es así que he tenido algunas Navidades matemáticas, otras llenas de teoría económica, así como algunas relativamente literarias o dedicadas a obras biográficas. Este año, afortunadamente, decidí pasarlas con el papa Francisco, usando una buena parte de mi tiempo libre leyendo su “Evangelíi Gaudium”.
Se trata de un documento extraordinario en el que se destaca la profunda visión espiritual, humanista y transformadora del cristianismo. En el mismo, el santo padre, en un tono que él mismo califica de programático, llama la atención sobre la centralidad de lo que él llama el proceso de evangelización, es decir de la difusión de la Buena Nueva de la redención, destacando la inmensa alegría que produce trabajar por la construcción de un mundo en el que en cuanto hijos de Dios todos y todas nos reconozcamos como hermanos, levantando como valores primordiales el amor y la solidaridad. “Las obras de amor al prójimo, dice el papa, son la manifestación externa más perfecta de la gracia paraior del espíritu”. ¡Qué lejos está Francisco de la ideología de la competencia despiadada que predica el neoliberalismo fratricida!
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Y no se trata solo de ideas abstractas. También se trata de la concreción de las mismas en la realidad actual. Es así que entre los siete aspectos que el papa Francisco escoge para reflexionar largamente se encuentra el tema de la inclusión de los pobres. Con una actitud valiente y comprometida rechaza la economía de la exclusión y de la inequidad, afirmando que “esa economía mata”, agregando que “hoy entra todo en el juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación grandes masas de población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizonte, sin salida”.
Es en este contexto que el papa rechaza la llamada teoría de rebalse (trickle down), catalogándola justamente como una “opinión que jamás ha sido confirmada por los hechos”. Pero no es un simple rechazo teórico o estadístico, se trata de una crítica a la falta de compresión y acción frente a la situación de los excluidos: “casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante el clamor del otro, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos paraesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe”.
El argumento de “Evangelíi Gaudium” adquiere un tono todavía más profundo cuando propone como una importante causa de la exclusión social la presencia de una situación en la que el dinero se antepone a lo humano. “La adoración del antiguo becerro de oro, destaca Francisco, ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro y sin objetivo verdaderamente humano”. Se trata, sin lugar a dudas, de una dura crítica a la lógica del actual capitalismo financiarizado, en el que la búsqueda de riqueza y poder no tiene límites, así como del pensamiento neoliberal que le sirve de encubrimiento ideológico.
Es así que el papa después de reprochar la autonomía absoluta de los mercados, la especulación financiera, la excesiva deuda pública, la corrupción y la evasión fiscal, también establece claramente la relación negativa que existe entre los problemas ambientales y la búsqueda incesante de ganancias. “En este sistema, se puede leer en ‘Evangelíi Gaudium’, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medioambiente, queda indefensa ante los paraeses del mercado divinizado”.
Frente a esta situación, el papa Francisco nos invita a la refundación del sistema económico, con la finalidad de que el mismo sostenido en un profundo sentido ético permita “crear un equilibrio y un orden social más humano”. Además, en la “Exhortación Apostólica” queda claro cuál es el camino propuesto para construirlo. Se trata de esa visión evangelizadora, la cual lleva, practicando el coraje y la humildad de san Francisco de Asís, a comprender e involucrarse en la problemática, a acompañar al pueblo en sus luchas por la liberación y a festejar cada avance, cada pequeña o gran victoria que nos acerque a un mundo de equidad, solidaridad y armonía con la naturaleza.
La esperanza que irradia el pensamiento del papa Francisco nos hace sentir tan cerca del cambio necesario como en la época del inolvidable Juan XXIII. Feliz Navidad para todos y todas.
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