El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.
jueves, 19 de diciembre de 2013
El sistema de castas que se está implementando en Nicaragua, bajo el gobierno de Ortega-Murillo, marca de por vida a todos los ciudadanos, según la lealtad o desapego al gobierno Ortega-Murillo. Son los siguientes: (1) “leales”, la aristocracia, el entorno del poder; (2) “vacilantes” o dudosos, todos aquellos sospechosos de desafección, los tibios o no suficientemente entusiastas con el líder, esa fina línea gris que puede oscilar entre la riqueza y el ostracismo; y, por último, (3) los “hostiles”, sobre los que no cabe duda alguna y que acarrean de por vida una existencia difícil. La movilidad social, resulta tan escasa que progresar desde una de las dos castas inferiores resulta casi imposible. No lo es, sin embargo, descender de la primera a la última, pues el ascensor social funciona a toda velocidad en la bajada. Los leales descienden de quienes lucharon contra Somoza, los combatientes y los correligionarios de Ortega o Murillo siempre y cuando sean serviles con la familia presidencial. Sus privilegios incluyen poder vivir bien y bonito y un trato preferente en el acceso a la vivienda, alimentos, salud, educación y empleo. La franja intermedia o “vacilante” se nutre de artesanos o comerciantes o los intelectuales (profesiones liberales). Desempeñan trabajos poco cualificados en el escalafón estatal y no son considerados enemigos, pero sí sospechosos. Los parias del sistema de castas son los “hostiles”, entre los que se engloban los críticos o los enemigos confesos de Ortega o Murillo. El sistema de castas es el método de control social que permite introducirse en la vida del ciudadano de todas las capas sociales; es una forma de asegurar la propia supervivencia del gobierno y, además, una garantía de “castigo sistemático” para todos los hostiles que va mucho más allá de la adscripción ideológica y que puede marcar la diferencia entre el empleo o el desempleo.
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