El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Burocracia y violencia



Onofre Guevara López

Los ejemplos históricos, además de indispensables, sirven de orientación y, ojalá, sirvieran también para evitar errores. No solo los ejemplos de la historia nacional son necesarios, porque, entonces, la política daría pasos muy cortos y se estrecharía, aún más, el discernimiento de los políticos. Nuestros ejemplos son más útiles, cuando se armonizan con la experiencia histórica universal.

En el mundo ha habido muchas revoluciones, y ninguna ha escapado a los errores, lo cual no determina la eliminación de las características que le imprime el desarrollo de cada país, sobre todo, las del movimiento revolucionario que impulsa cada revolución. Una de las revoluciones más conmovedoras de las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales de la historia –la revolución rusa de 1917—; pese a ello, tuvo su fin a causa de ambos fenómenos combinados: el desarrollo y los errores de sus dirigentes.

Un grave error, fue el burocratismo, gestor de la violencia de sus medidas políticas que terminaron por enterrar la revolución setenta años después. León Trotski, uno de sus líderes más destacados y a la vez más controversiales, fue víctima de esa fusión letal de burocracia y violencia. Trotski, asesinado por encargo de José Stalin (México, 1940), fue un gran crítico de la burocracia que comenzó a caracterizar a la revolución entre 1918 -1924, máxime después de la muerte de Lenin. Eran días de cuando Stalin conspiraba por hacerse de todo el poder, deshaciéndose por la vía rápida de sus adversarios, con su maquinara burocrática policial.

Eso hizo señalar a Trotsky, que: “La revolución, por su esencia misma, implica la utilización de la violencia de masas, Pero la burocracia que había llegado al poder gracias a la revolución, decidió que la violencia era el principal factor de la historia.”

El francés Jean-Jacques Marie –autor del libro “Trotski, revolucionario sin fronteras” (322-323, 2009) —, desarrolla la idea de la violencia como un medio temporario que pasó a ser para la burocracia el motor permanente para el combate político, incluso el inter partidario.

No es necesario decir que la violencia no solo se expresa por medios armados. Existe tanta variedad de violencia como formas tiene la burocracia del poder para reprimir ideas, opiniones, la libre expresión del pensamiento de sus críticos, o simplemente contra quienes están en desacuerdo con ella. Los burócratas se atribuyen el derecho de moldear las ideas y el comportamiento de la gente desde la impunidad reinante de sus escritorios, con cualquier tipo de violencia.

Nuestra revolución hizo cambios positivos y necesarios, pero también dejó vigente algunos de sus errores, como el burocratismo represivo. Daniel Ortega, es su principal cultor, quien, además, se ha creído intocable en el cargo que ostenta, primero por dudosa decisión colectiva y después por imposición personal. No se sabe si habrá leído mucho sobre Stalin, pero ejerce el poder con un estilo similar. Es una vocación personal y emana de situaciones no siempre creadas a voluntad, sino de las conmociones del proceso político nacional. Pero lo aprovechó de manera consciente para auto erigirse en caudillo infalible, inmune e impune.

Nadie pudiera hacerlo solo, si no encontrara gente sin carácter, ambiciosa y oportunista, dispuesta a formar parte de su corte y a cumplir cualquier orden para complacerlo. Sin el dominio personal sobre la burocracia del partido y del Estado, ni gente complaciente, Ortega no hubiera podido ejercer violencia contra sus críticos y opositores dentro del FSLN. Tampoco ahora, estuviera imponiendo sus contrarreformas.

Ortega utilizó la violencia para hacer oposición a las políticas neoliberales e instancias gubernamentales después del 90, cuando comenzó a mandar “desde abajo”. Ejerció violencia partidaria contra quienes lo criticaron o quisieron alcanzar un cargo sin contar con su aprobación ni sus intereses. (Herty Lewites, Carlos Guadamuz, Alejandro Martínez Cuenca, Henry Ruiz, Víctor Hugo Tinoco, Dionisio Marenco, Vilma Núñez, etcétera).

Ha ejercido violencia electoral imponiendo los fraudes y la violencia física en contra de quienes los denunciaron y los protestaron en las calles. (¿Recuerdan a las turbas que con morteros, piedras y garrotes reprimiendo gente en el 2008, 2011 y 2012?). Ha usado la violencia “jurídica”, alterando normas legales y constitucionales. (También actuando contra el laicismo estatal con su proselitismo seudo religioso en las instituciones públicas y poniendo a estas a hacerlo en las calles).

Fue un indiscutible acto de violencia institucional el que ejerció Ortega en contra de la Constitución, cuando ordenó a sus magistrados de la Corte Suprema declarar inaplicable el Artículo 147. Todo lo que Ortega ha hecho en contra de los derechos políticos a través de las reformas a la Ley Electoral, ha sido violencia institucional.

La violencia electoral orteguista, la ejerce el CSE con sus fraudes y actos de corrupción contra la transparencia y los derechos electorales de los nicaragüenses. Subproducto inevitable del burocratismo y la violencia es la corrupción, pues ambos son necesarios para crearle a los corruptos una muralla de impunidad.

Se agota el espacio, aunque no los ejemplos acerca de cómo Ortega ha llegado hasta hoy con su violencia dirigida desde su maquinaria burocrática. Señalaré algunos tipos más de violencia: la que se hace contra la verdad, usando la mentira y el descrédito contra sus críticos. No hay crítico –de cualquier tendencia política— que para la propaganda del burocratismo oficial no sea un “agente de la derecha y del imperialismo”.

Ante las críticas sociales mayoritarias contra las reformas, los orteguistas solo argumentan usando la fuerza del poder: para ellos no valen argumentos en contra de sus alteraciones institucionales, solo vale su burocracia parlamentaria de 63 diputados. También ejercen la violencia “cultural” desde la burocracia de la secretaría de información, con su centralismo informativo y su lenguaje retórico demagógico.

Todo es así, porque los burócratas violentos no reconocen el valor de la verdad de quienes argumentan con la razón, sino que le dan valor a su mentira, argumentando con la fuerza del poder.

******

Paráfrasis



Sobre las reformas, “es el pueblo el que tiene que decidir”… pues para eso hay un pueblo presidente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario