El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.
jueves, 3 de octubre de 2013
Un atropello más
Onofre Guevara López
El único NO a la mediación que debería valer ante los crecientes delitos contra la mujer, es el primer golpe, la primera amenaza o la primera herida “leve” que recibe de parte del hombre. Lo demás, será un simple trámite, un mecanismo para bendecir con la ley, otra oportunidad para su agresor.
Las actuales generaciones de mujeres de Nicaragua no solo comparten su situación de mujeres atropelladas con las mujeres de todo el mundo, sino que también se ven enfrentadas a unos agresores extras. Al machismo reaccionario, clerical y tradicional, se ha unido contra la mujer el machismo político-clerical.
El primer machismo ha justificado el atropello con supuestos mandatos divinos sobre el comportamiento sumiso de la mujer como el mejor recurso para conservar su “sagrado matrimonio”. Ese mensaje se lo ha transmitido una Iglesia cuyas categorías jerárquicas –desde cardenales hasta sacerdotes—, han acumulado cantidades de abusos sexuales contra menores de ambos sexos por todo el mundo. Esta institución, ha preferido pagar millones de dólares a las víctimas que llevar ante la justicia a sus victimarios y corregir sus arcaísmos. ¿En dónde está su autoridad moral para moldear a su gusto la vida de la mujer?
A esa sumisión tradicional de la mujer están aportando con su machismo político-clerical, los gobernantes y diputados –de ambos sexos— disfrazados de revolucionarios y de demócratas, siendo auténticos camanduleros. Ellos, esgrimiendo argumentos clericales, como si se tratara de verdades inmutables, justas y humanistas, les han otorgado una licencia a los agresores de las mujeres con la reforma a la Ley 779.
Pretenden que las mujeres, relegadas a condición de ciudadanas de segunda categoría por las malas costumbres, lo sigan siendo por mandato de ley. Impusieron las concepciones de la tradición reaccionaria clerical, que son las mismas que el oportunismo político-clerical, para dosificar la violencia contra la mujer con el mecanismo burocrático de la mediación.
Los machistas clericales –hombres y mujeres— reproducen ideológicamente la imagen de madre-mártir que la Iglesia le ha construido a la mujer, para que siga asumiendo con resignación y pasividad esa condición que le deparó Dios. Lo hacen a nombre de la salvación del matrimonio bendecido por el mismo Dios, aunque, en verdad, lo bendice cualquier cura, el cual, a lo mejor, o a lo peor, bien pudiera ser un abusador sexual. En tal situación, y siendo receptora durante siglos de mensajes hipócritas, una mujer que, en un momento insoportable y desesperación se llena de valor para denunciar a su agresor, llegará a la mediación con su espíritu conturbado, llena de miedo.
Ante la presencia del abusador –que no por silenciosa frente al funcionario público dejará de ser amenazante— es fácil que la mujer acceda a seguir con su hombre, esperanzada en el supuesto de que sus palabras de arrepentimiento son sinceras. O, en otro caso, pensará que con la mediación frustrará el cumplimiento de la amenaza de más golpe y de matarla, por la cual lo llevó a comparecer ante “la justicia”.
Como si no se supiera que desde los días del colonialismo a la actualidad, el modelo cristiano de la resignación y la obediencia de la mujer en el matrimonio, sigue siendo un aliado de los abusadores. A las mujeres les han inculcado el temor al divorcio, con la suposición de que es un desacato al mandato divino de la unión hasta que la muerte los separe. Y eso, se cumple sin falta, pero no hasta cuando a la mujer le llega su muerte natural, sino cuando a su hombre se le ocurre matarla.
A las mujeres les predican también acerca de un modelo de matrimonio cristiano y feliz, cuya riqueza patrimonial –cuando la hay— es fruto de la bendición de Dios, como premio a la bondad de la mujer en su tarea de preservar su hogar en “armonía, fe y amor”, a cualquier costo. Ese tipo de mujer, es dócil y dulce con su marido, sin importarle que este convierta en su querida a la hija de la empleada –o a la empleada misma si es joven y bonita— con halagos, engaños o por la fuerza, porque antes que todo está su “sagrado” matrimonio.
Las mujeres han sido condicionadas para comportarse comprensivas y sumisas, aunque sepa que el marido en su hacienda preña a cuanta joven campesina quiera. La comprensión y la enorme fe cristiana de la esposa, que lo perdona todo por “el bien de la familia” y, de paso, la salvación del matrimonio –y del patrimonio—, ha sido un trabajo clerical de muchos siglos, lo que hará más difícil la labor defensora y liberadora de las organizaciones femeninas –y de las mujeres agredidas— para que se resistan ante la trampa de la mediación.
El modelo de familia cristiana que le recetan hipócritamente los diputados y gobernantes, a las mujeres pobres y ricas, a costa hasta de sus vidas, es difícil de rechazar. Eso lo saben bien los dueños del poder político y espiritual, y por eso impulsaron la mediación.
Pero, pese a todo, esa mediación será un trámite innecesario, porque al final, por encima de la deformación religiosa tradicional de la mujer, está su dignidad de ser humano que la hará reaccionar cuando pueda ver en toda su magnitud criminal la agresión del hombre y la hipocresía de quienes intermedian a su favor, usando su poder y su ley.
Otro detalle que contribuirá a despertar la conciencia de las mujeres, es la maniobra para que acepte la condición de mártir y santa, por resignada y pasiva, que les asignan la Iglesia y los camanduleros. Me refiero al Reglamento que saldrá de las manos de un gobernante con un delito de agresión sexual a cuestas. Frente a esa otra dura realidad, la victimización de la mujer no podrá tener eterna vigencia.
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Paráfrasis
Nicaragua cristiana, con una Socialista Lista y Parasitaria.
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