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El disfuncional Congreso de Estados Unidos logró
un acuerdo esta noche para evitar el primer incumplimiento de obligaciones en
la historia del país y reabrir el gobierno, pero todo esto es sólo una solución
temporal.
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La medida fue aprobada en la noche del miércoles
16 de octubre primero en el Senado con una votación de 81 contra 18, y unas
horas más tarde por la cámara baja con 285 votos a favor y 144 en contra, todo
por una vía rápida poco usual en el tortuoso proceso legislativo.
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La solución fue la autorización para elevar el
techo de la deuda, es decir, la capacidad de endeudamiento del gobierno
federal, hasta el 7 de febrero, y financiar el gobierno federal hasta el 15 de
enero, reabriendo con ello sus operaciones.
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Por separado, el acuerdo también ordena que las
dos cámaras del Congreso inicien negociaciones para lograr un acuerdo para el
13 de diciembre sobre un marco de largo plazo para políticas de impuestos y
gastos, o sea, sobre el asunto del déficit y la deuda.
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El líder de la mayoría demócrata Harry Reid, y
el de la minoría republicana Mitch McConnell, anunciaron un consenso esta
mañana, el cual casi dejó anuladas todas las principales demandas del Tea
Party, incluida la postergación de la implementación de la reforma de salud,
que habían llevado a este desastre político. Por lo tanto, el acuerdo fue una
derrota casi total para los ultraconservadores.
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Entre el 1 y el 16 de octubre, 900 mil
funcionarios públicos estuvieron de licencia sin goce de sueldo.
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La calificadora Standard & Poor’s calculó
que todo esto costó el equivalente de 24 mil millones de dólares para la
economía, y que eso se reflejará en una reducción en el crecimiento del PIB
para el cuarto trimestre (un 0,6 % del PIB del cuarto trimestre del año).
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La aprobación de la labor del Congreso ha caído
a cerca de un 10% esta última semana frente a casi el 40% con la que contaba en
2009, según datos de RealClearPolitics.
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Según un sondeo de Pew Research, "un récord
del 74% de los votantes registrados dicen actualmente que la mayoría de los
miembros del Congreso no deberían ser reelegidos en 2014".
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La popularidad del Partido Republicano se hundió
a un nivel récord, y un 70% dijo pensar que los republicanos del Congreso
estaban anteponiendo su propia agenda a los intereses del país.
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También aumentó la animadversión contra el Tea
Party: un 47% dijo tener sentimientos negativos hacia la agrupación.
Barack Obama, presidente de
Estados Unidos: “Esta crisis envalentona a nuestros enemigos, alienta a
nuestros competidores y deprime a nuestros amigos".
Barack Obama, presidente de
Estados Unidos: "¿No les gusta una política particular o un presidente en
particular? Entonces expongan su posición, ganen una elección, pero no rompas
el gobierno".
John Boehner, republicano y
presidente de la Cámara de Representantes: "Dimos una buena pelea. Sólo no
ganamos".
Ted Cruz, senador republicano
(del Tea Party) por Texas: "Perdimos, pero era la batalla que había que
dar".
John McCain, senador republicano:
"Los republicanos tenemos que admitir que perdimos esta batalla [...] no
podríamos ganar porque exigíamos algo que no era posible".
Lindsey Graham, senador republicano:
"Realmente fuimos demasiado lejos. Lo arruinamos".
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