En Agosto de 1978, después del asalto al Palacio Nacional, llegó Gabriel García Márquez al cuartel de Tinajitas, de las Fuerzas de Defensa de Panamá, en donde nos había alojado el General Omar Torrijos, para realizarnos una entrevista a Edén, Dora María y a mí.
Desde el comienzo de nuestra conversación nos sentimos atraídos y seducidos por la sencillez, inteligencia, campechanería y buen sentido del humor de este escritor que para esas fechas ya resumía una rica obra y quien, con la calidad de sus novelas, crónicas y cuentos llenos de fecunda imaginación y rica y sabrosa prosa, ya se estaba forjando como uno de los grandes de la literatura latinoamericana. La entrevista duró varias horas y yo estaba tan cansado, que me quedé dormido enmedio de la misma y doblado sobre la mesa alrededor de la cual estábamos reunidos.
Cuando me desperté Gabo estaba haciendo chistes y diciendo que iba a publicar las fotos que me había tomado. Al final sólo era una muestra de su picardía y no publicó las fotos, Doy gracias a Gabo por habernos hecho soñar, reír y recrearnos en las páginas de su mágica creación. Aunque ya estaba en lista de espera, nos duele muy hondo su partida.
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