El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.
viernes, 1 de agosto de 2014
¿Canal también para la prostitución?
Onofre Guevara López
Sin duda que sí. Entre las incalculables consecuencias que se derivarían de llegarse a realizar el, hasta hoy, confuso proyecto del Canal Interoceánico por Nicaragua, veríamos el reflorecimiento de lacras sociales como la trata de blanca y el consumo de drogas. Veamos: 20.000 es la cifra más baja de trabajadores que se especula ocuparán en la “etapa de operación”; siguen las cantidades de 25.000 y 30.000 trabajadores para otras zonas, hasta llegar a otros 38.000 trabajadores para la “zona de procesamiento para exportación”.
De esas cantidades de fuerza de trabajo, seguramente que la mayoría será extranjera, porque el trabajo técnico que se requiere no sería para los nacionales. ¿Cuántos miles de mujeres de todas las edades habrán calculado ya los tratantes de blanca que necesitarían para satisfacer la potencial demanda de sexo de esos miles de trabajadores?
Quizás ese y otros vicios alcancen un mayor esplendor en los otros grandes negocios, como los centros turísticos, que estarían girando en torno al proyecto chino-ortegato. Que nadie se asombre, pues fenómeno similar registra la historia panameña, desde mucho antes de que se iniciara la construcción de su Canal.
Desde los tempranos días del zarpazo de Washington sobre California y otros territorios mexicanos, cuando se desató la “fiebre del oro”, y cuando para los norteamericanos de la costa Este era más fácil, rápido y seguro darle la vuelta al continente por el sur para luego “subir” a California, que cruzar esos inmensos territorios, se despertó el deseo de abrir vías canaleras por Panamá y Nicaragua.
En 1867, dos años antes de que Eprahim George Squier viniera a Nicaragua (1969), buscando consolidar la concesión canalera, de Nueva York salió una misión hacia Chagres, Panamá –entonces Departamento de Nueva Granada, hoy Colombia—, enviada por la compañía naviera Haolland &Aspingual en busca del territorio apropiado para construir una vía férrea que facilitara el tránsito del Caribe al Pacífico, en vez de hacerlo, como lo hacían entonces, con bongos y mulas de Chagres hacia ciudad Panamá.
Cuando los ingenieros de la Haolland&Aspingual apenas comenzaban a luchar contra la terrible naturaleza del lugar para que permitiera a su empresa, la Panama Railroad Company, construir la vía férrea, las aldeas y ciudad Panamá ya estaban llenas de aventureros, cantinas, bandas de criminales, juegos de azar y prostíbulos. Todo, a pesar de que eran lugares insalubres, fangosos, llenos de cocodrilos, serpientes y nubes de zancudos vectores de fiebres mortales. Cuadrillas hasta de 400 trabajadores, al poco tiempo podían estar reducidas a la mitad por causa de muerte, y cada nueva cuadrilla de trabajadores formaba parte de una rápida sucesión macabra de muertes.
No había medicinas ni médicos, pero no faltaba el “personal” femenino de los prostíbulos, ni los clientes procedentes de todo el mundo, que por el deficiente transporte que los llevaría a California, hacían crecer la población masculina flotante y en la misma proporción, crecía el negocio de los explotadores de la prostitución.
Durante la construcción del Canal, concluido en 1903, cuando ya no eran solo las empresas privadas las interesadas en la vía interoceánica, sino el Estado gringo –con un derecho adquirido, ya se sabe cómo— las condiciones de trabajo no mejoraron mucho, pese a la mejor técnica empleada, pero atrajo a miles de trabajadores y aventureros, haciendo crecer aún más los centros de vicios. Cuando el Canal ya estaba en funciones, muchos nicaragüenses, junto a mujeres y hombres de todo el mundo, fueron atraídos por El Dorado panameño, donde les fue más fácil ejercer la prostitución y otras actividades delictivas que conseguir trabajo en el Canal.
Ahora, en el segundo decenio del Siglo XXI, cuando el transporte y la comunicación casi son tan veloces como el pensamiento, tendremos mayores vicios en casa desde antes que se descubra lo que en verdad busca el chino Wang Jin y su socio Ortega con el proyecto canalero. Vendrán muchos extranjeros –para lo que sea— y ampliarán la potencial clientela de las casas de juego y prostitución.
Y antes de que lleguemos a comprobar que uno de los objetivos de Ortega es pasar a la historia como el “gran constructor”, ya lo tendremos de nuevo en el 2016 impulsando su enésima candidatura para reelegirse. Sería posible que le veamos también escogiendo –en familia— a quién le pudiera tenerle un ratito el título presidencial. Dicen que, al tenor de esas aspiraciones, un tal Laureano actúa como el sobador cuasi oficial de las espaldas de Wang Jing.
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Paráfrasis
“Este Canal es de los nicaragüenses”… ¡pero las ganancias serán de Wang Jing, de Ortega y de sus incógnitos socios!
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