¿QUÉ CONTIENE EL BARCO QUE
ABANDONARON LAS “RATAS”?
El discurso del Almirante Daniel Ortega, este recién pasado
19 de julio, da mucho que pensar sobre qué contiene su barco “La Papisa”, a tal
punto que hasta las “ratas” lo abandonaron. Esto suele ocurrir cuando se
presiente que el barco, en algún momento, se hundirá. Será ésta, pues, una
premonición de quien lo comanda, que no se sabe a ciencia cierta si es el
Almirante o es el espíritu de la papisa Juana, quien tuvo su primer pontificado
en tiempos de Benedicto III, y su segundo en tiempos del Cardenal Obando y
Eslaquit. Lo grave es que el barco
llamado “La papisa” eriza los pelos, pues demuestra que el poder también reencarna
en el barco, y es lógico que las “ratas” sandinistas, al enterarse de su
contenido, lo hayan abandonado, y dejado en manos del infalible Almirante y su
papisa.
¿Pero qué contiene el barco que abandonaron las “ratas”?
Según nuestros más sagaces historiadores e investigadores, desde 1990 contiene
“La piñata” de la que especialmente se beneficia la nueva tripulación
danielista, que no puede ser sandinista, a riesgo de, siguiendo los pasos de la
metamorfosis de Kafka, convertirse en “ratas” sandinistas. Esto es imposible, puesto que las “ratas” fueron estigmatizadas y
la tripulación, gracias a Kafka y a su jefe, evolucionó a cucarachas, y estos
casi inmortales insectos se encuentran en un estado de perpetuidad, tal y como
Daniel y la papisa lo desean, sobre todo para sí mismos.
En el barco,
quemándose en sus calderas, se encuentra la Constitución que desvelos y muerte
costó al Comandante Carlos Núñez, y entrega y devoción por esas letras dignas
que prohibían la reelección a todos cuantos soñamos con una Nicaragua
democrática: el primer paso para que volviera a ser República. Arde la
Constitución de la Dignidad, junto con las enseñanzas morales de Sandino que
aborreció y rechazó con vehemencia los pactos políticos como el que el
Almirante hizo con Arnoldo Alemán. Esa caldera hiede a azufre.
En todo caso, las “ratas” que abandonaron el barco de Daniel
Ortega, no fueron babosas, y algunas prefirieron la miseria que el
envilecimiento de una riqueza usurpada al pueblo a cambio de láminas de zinc,
asistencia obligatoria a concentraciones partidarias, estafas con las boletas
electorales árboles de hojalata, oraciones o discursos pronunciados con un
meloso tono misericordioso: El oro de la moral a cambio de los espejos de la
mentira.
Desde ese barco, que
solo surcará el canal de Wang Jing, quienes vayan a bordo podrán contemplar la
paulatina destrucción de nuestra flora y fauna, hasta llegar a la desaparición
total del Gran Lago de Nicaragua, revuelto en un mar de lodo. En las entrañas
del barco, hoy en día, revuelto con pepitas de oro, van los muertos de Las Jagüitas,
y uno no podrá menos que recordar que Daniel Ortega ofreció en su discurso que
no correría la sangre de hermanos. ¿Y
las amenazas a Francisca Ramírez? Ojalá no digan un día que alguna muerte en “La
Fonseca” ocurrió porque ahí había armas de destrucción masiva.
Dentro de ese barco,
hay un laboratorio nazi para despojar de su inteligencia al nicaragüense, y hay
un manual que sirve para adoctrinar a los inocentes en el culto a los becerros.
Altares costosos, belenes, vírgenes y pastores no logran el entierro de Dios.
Sí sirven para evidenciar cómo para el gobierno, y para quienes elaboran esa
pantomima religiosa, su religión es rentable. En alguna parte del barco hay
ocho carros robados a los “Ocupa INSS”, bien vigilados por la policía de la
eterna Primer Comisionada Aminta Granera, y ochenta tanques rusos que: ¿Si no
son para guerra, serán para fumigar? Mientras,
Daniel condena el armamentismo mundial, y elogia la “seguridad ciudadana”.
Entonces me doy cuenta de que yo también soy una “rata”.
LUIS ROCHA
“Extremadura”, Masatepe, 20 de julio de 2016.
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