El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

XXXII ANIVERSARIO DEL EJÉRCITO Y LA POLICIA.-

Por Víctor M. Tirado.

Cuando el 19 de julio de 1979 triunfa la lucha insurreccional en Nicaragua, bajo la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional, apoyada por el pueblo en general, proclama desde el primer momento el fin de la dictadura somocista. Se instala de inmediato un Gobierno de Reconstrucción Nacional, y al mismo tiempo declara el Estado de Derecho, la economía mixta, el pluralismo político y el No Alineamiento.

La revolución sandinista barrió con las viejas bases de la estructura política, social y militar del somocismo y ello da origen a nuevas formas de organización social dentro de la población laboral y gremial, prestándose especial atención a los sindicatos, los gremios agropecuarios, profesionales, pequeña empresa y es por ello que todo el mundo civilizado que nos rodea entra a participar en nuestra gran causa económica, política, social y cultural.

Ahora bien, una vez abolida la Guardia Nacional que fue la fuerza fundamental que sustentaba al Gobierno somocista, se le plantea a la revolución cosas concretas, entre ellas resolver la cuestión de las Fuerzas Armadas. Por ello se estructuró el fortalecimiento del ejército y la policía, con los medios que se contaban para dotarlas de preparación militar y técnica en función de una eventual intervención norteamericana. Fue necesario fortalecer ambas instituciones en el arte de las armas, con cuadros que habían dirigido la insurrección, pero las Fuerzas Armadas fueron prioritarias. Los demás organismos sociales y económicos sandinistas, incluyendo a la policía, servirían de apoyo. Una revolución de las características sandinistas de la nuestra, tentaba a los gobiernos norteamericanos a eliminarla, por el ejemplo pacífico, nacionalista y democrático que daba a Centroamérica, inédito hasta ahora entre los movimientos de liberación. Retomábamos así el antiguo adagio: Si quieres la paz, prepara la guerra, en un sentido de autodefensa del débil ante el poderoso. Del encuentro que queríamos evitar entre David y Goliat.

La agresión norteamericana, desde luego, la comenzó a preparar el gobernante Ronald Reagan de los EU, contando con el apoyo del campesinado nicaragüense y la clase media descontenta. (Esa fue la desgracia de la revolución, pero ese es otro episodio a interpretar). De ahí parte la estrategia de armarnos y entrenarnos con la ayuda de la ex Unión Soviética en materia bélica. Fue una operación muy importante y de ella se derivan: 1) La preparación militar fue responsabilidad del FSLN, y por ello, como partido, ejercía control directo del instrumento armado. 2) El Estado pasó a ser un complemento. Nace así el Estado-Partido. No es casual esa estructura centralizada, ya que la historia nos enseña que en las guerras, y por lo tanto en los ejércitos, no puede haber democracia.

Todo el decenio de 1980 el Frente Sandinista defendió la revolución sin apoyo económico de los aliados socialistas, sin embargo, el peso de la defensa de la revolución recayó sobre organizaciones sociales sandinistas y no sandinistas. En tal sentido fue muy difícil sostenerla con nuestros propios esfuerzos, la economía se desgastó, la población joven se desmoralizó, el sector agropecuario fue golpeado fuertemente y otros sectores económicos y políticos sufrieron el impacto económico que debilitaron a la revolución.

La presión de los aliados en América Latina y los gobernantes centroamericanos, más la crisis económica interna, obligaron a sostener pláticas con la Resistencia en Sapoá, Departamento de Rivas al sur de Nicaragua, en marzo de 1989. En esas pláticas durante varios días de discusión se llegó a un entendimiento con el binomio Reagan-Resistencia, que concluyó en los acuerdos de Sapoá. Se discutieron varios puntos y uno de los más importantes a que se llegó fue el acuerdo de adelantar las elecciones para febrero de 1990, aun en contra de lo que señalaba la Constitución. Una vez terminada las pláticas, la oposición comienza organizarse en una alianza con todos los partidos antisandinistas con el nombre político Unión Nacional Opositora (UNO).

El Frente, igualmente, realiza la campaña durante todo el período electoral y al llegar el día de la votación, el 25 de febrero de 1990, cual es la sorpresa, el Frente pierde las elecciones y triunfa la UNO.

Los recién electos gobernantes de la Unión Nacional Opositora y la dirección del FSLN pasan a discutir la transición y uno de los puntos esenciales fue el del papel del Ejército en las nuevas condiciones, donde el nuevo gobierno afirmaba que éste dejaba de ser propiedad privada del Frente y se convertiría en una Fuerza Armada Nacional y profesional, no deliberante, apolítica y sujeta al poder civil. Profesionalismo que fue una conquista opositora, en circunstancias de paz que lo permitieron.

Desde febrero de 1990 hasta el 10 de enero de 2006 el ejército respetó su obligación de estar sujeto a un poder civil y no a un partido, tal y como lo manda la Constitución, a la que al menos en teoría se debe por encima de ambiciones politiqueras. No cabe duda que esta apoliticidad y obediencia a la Constitución en el caso de las Fuerzas Armadas se sustentaba en el respeto a principios éticos y morales verdaderamente sandinistas. La interpretación de este fenómeno se da porque las Fuerza Armadas nunca abandonaron los principios sandinistas, y esto le dio coraje y vida.

Ahora bien cuando Daniel Ortega obtuvo una pírrica victoria, entre un 30% y un dudoso 6% más, en las elecciones en 2006, en su discurso de toma de posesión el 10 de enero de 2007 , de inmediato trata de reconquistar el sandinismo, y en primer lugar al ejército y la policía, reconociéndole su origen sandinista. Da a entender que va a regresar a los viejos tiempos de los 80 –cuando había un verdadero sandinismo en el FSLN- , pero poco a poco se ha ido revelando la falsificación de los conceptos de sandinismo y revolucionario y de la gran impostura como la de es la de hacerse pasar como el sustituto de Sandino. La corrupción de su entorno político –baste con mencionar a Roberto Rivas- así lo proclama.

Fuimos partícipes de la derrota de la dictadura somocista, ese es nuestro sandinismo y sin temor a que nos enjuicien por disentir, la obra está hecha, nadie nos puede presionar para pasar al campo del danielismo. Lo que yo critico de los actuales dirigentes del Frente es su abandono del espíritu ético de los años 60, 70, 80 y los primeros cinco años del 90. Hoy rompen con la tradición vigente profanando a los que murieron por la Patria, por el Frente y por la población trabajadora. Sin embargo, las dos instituciones militares más importantes, que habían superado su sujeción al Frente hoy se están prestando al juego y están retrocediendo a una posición reaccionaria, pues están sirviendo un pasado de formas de organización de centralización ya superadas.

Cuando la revolución derrotó a la dinastía somocista, nadie creía en su regreso. Pero hoy los dirigentes del danielismo recogen el pasado para llenar la “vacante” de una nueva dinastía, aplastando la República y la democracia. Es cierto que el ejército aún trata de mantenerse a larga distancia, pero hay trágicas señales de paulatino sometimiento a la nueva dinastía. En cuanto a la policía, ésta obedece ya como en los años 80, con la diferencia de que entonces no reprimían y hoy sí se prestan a reprimir a sus viejos hermanos de lucha. A 32 años de haber sido fundados Ejército y Policía, cuando fueron baluarte de una revolución que abría los ojos hacia la moral, la ética, la paz y la democracia –camino de una República y no de una dinastía- guardo la esperanza de que no se conviertan en bastión del danielismo, que es todo lo contrario al sandinismo que nos inspiró a vivir con dignidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario