El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Prosa Profana

MOJONES MÓVILES

Sergio Ramírez

El poeta Luis Rocha y su esposa Mercedes se han trasladado a vivir al municipio de Masatepe, a una finca que en honor de Mercedes se llama Extremadura, pues ella es originaria de Badajoz. El otro día Tulita y yo nos detuvimos allí para almorzar, atendiendo la invitación de los dueños de casa. Luis, muy prudentemente, me envió por correo electrónico las indicaciones que aquí copio:

“Finca Extremadura, kilómetro cuarentiseis y medio, en dirección de San Marcos a Masatepe. Se dobla hacia la izquierda; el lugar donde se dobla se llama La Estrella, y sobre el camino de tierra hay una supermercado que se llama El Payinazo. A ambos lados, y muchas veces en el centro del camino, después del lugar donde se halla un columpio, podrán disfrutar de la visión de una tendalada de borrachos. No se detengan a beber con ellos y continúen hasta una rampa de piedra donde el camino, para variar, se bifurca hacia izquierda y derecha. Esta vez se sigue hacia la derecha y al llegar a un portón situado a mano izquierda y que en su parte superior dice Extremadura, se entra tranquilamente a esta su casa. Desde la carretera a este punto hay kilómetro y medio de grato recorrido”.

Parece que con estas señas, dadas con semejante precisión didáctica, es imposible perderse, y sobre todo porque esos caminos comarcales del occidente del municipio, son los caminos de mi infancia, recorridos tantas veces a pie. Así que dimos con la intersección de La Estrella en el kilómetro cuarentiseis y medio de la carretera, auxiliados por un solícito vecino, ya que no hay en ese punto ningún rótulo con ese nombre, que tampoco figura en mi memoria de la infancia.

Pero bueno. Tomamos el camino de tierra, que tiene más vericuetos de los que las indicaciones suministradas por Luis reconocen, y llegamos a El Payinazo, que uno no debería imaginar como un supermercado, según el apunte, sino como una bien surtida y tradicional pulpería, para no llamarse a error. Y pasado El Payinazo fue que empezaron las dificultades.

Encontramos, efectivamente, el columpio, y luego a los borrachos, situados en medio del camino, en amena y seria conversación, la botella de mano en mano. Eran unos cuatro o cinco, dato que las señales de Luis no detallaban, pero no hay porqué exigirle tal precisión. Bastaba con que estuvieran allí puntualmente para ayudarme a encontrar la ruta, y mi mujer y yo no dejábamos de maravillarnos de que fuera posible contar, en la persona de aquellos picados, con un punto de referencia tan preciso, mejor que un rótulo, o un mojón del camino.

Vadeamos a los ebrios y seguimos adelante, pero tras mucho andar recapacitamos, y nos dimos cuenta de que nos habíamos perdido. Recurrimos entonces al mejor auxilio que uno tiene en esos casos, preguntar, y otro vecino nos sacó del error. “Vuelvan donde están los picados”, nos dijo, “y entonces sigan hacia el norte”. Me maravillé aún más. Los borrachos, quería decir, siempre estaban allí, en su mismo lugar, tan consuetudinarios como para volverse un punto fijo del camino. Nunca se movían.

Pero el caso es que sí se movían, y eso era la causa de nuestro extravío. Ese mediodía se habían puesto no en el sitio donde los ubicaba Luis en sus instrucciones, sino en un extremo diferente del cruce de caminos. Se trataba, al fin y al cabo, de un mojón móvil, de lo que advierto a quienes visiten Extremadura: no se confíen en los borrachos como señal para llegar a su destino.

Estuvimos tarde a la cita, pero el almuerzo fue suculento. La tortilla española de Mercedes, para empezar, no tiene parangón.

Masatepe, julio 2010.

www.sergioramirez.com

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