El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 2 de junio de 2010

Me quema la palabra

SOMOZA EN EL INFIERNO
Luis Rocha
Quienes se van al infierno es porque confunden la ruta al cielo. Dicho en otras palabras, nunca dejaron de pensar en irse al cielo, aún convirtiendo en un infierno la vida de sus prójimos. Para algunos dictadores el salvoconducto consistía en contar con la gracia de la Jerarquía Eclesiástica, hasta que no se pudo cuando ésta dejó de ser venal, como ahora, en que el monarca del Reino Socialista de Nicaragua decidió contratar los servicios de un Cardenal en retiro, según él para elevar la parada. Pero la verdad es que un Cardenal en retiro es como un General en retiro, ya que por muy importantes que hayan sido, después son como los Comisionados Generales en retiro, hablan y hablan y apenas se les escucha. Pero volviendo a los tiempos del dictador Anastasio Somoza García, sus relaciones con la Jerarquía Eclesiástica fueron tan buenas, que quizás en gran parte por eso el humilde y ejemplar sacerdote y poeta Azarías H. Pallais, comentó que el infierno estaba empedrado de obispos.
Yo no quiero constatar el que si uno se va al infierno, al pasear por sus coloniales calles empedradas, pisa inevitablemente las deshumanidades de obispos y arzobispos que tanta gloria e impunidad prodigaron, en un fugaz momento, a dictadores y célebres asesinos de nuestra historia. Ello no me impide creer que después de tanto tiempo con ínfulas de eternidad, el infierno tiene que haber subido (sin llegar muy alto) de categoría, y que al modernizarse casi todas sus vías de acceso están pavimentadas de cardenales. El de nuestra historia, digo y es un decir, irremediablemente iría a parar ahí con todos sus bienes, todito el Consejo Supremo Electoral hasta el omega grado de consanguinidad y su universidad privada en cuerpo presente. Viéndolo, o mejor dicho imaginándolo bien, dan material de sobra para una lujosa autopista infernal. Pero no se vaya a creer que todo el infierno está poblado por clérigos ambiciosos, lujuriosos y cuando menos complacientes con el poder. Ahí están –algunos con sus inseparables compañeras incluidas- los mortales antecedentes de nuestros males: los Somoza García y Debayle, los Hitler, los Mussolini, los Duvalier, los Ceausescu, los Trujillo y tantos otros que abogaron incansablemente por la reelección, maestros y tutores espirituales de la actual dictadura de ésta República Monárquica, o Reino Socialista de Nicaragua.
Sin olvidar que, como dice Carlos Martínez Rivas: “Infierno; cielo que la mano pierde”, vámonos directo a él, en donde una mañana despierta feliz Anastasio Somoza Debayle, pues su actual asistente (como mientras duró su vida terrenal lo hacía con el actual monarca) le ha llevado hasta su cama los periódicos con las últimas noticias de Nicaragua. El asistente de Somoza es una especie de extraterrestre, o extra-averno (según el cristal con que se mire), ampuloso, desmesuradamente orejón y proporcionalmente servil con el dictador en forzado retiro. Cuando ve que el dictador sonríe, aletea sus orejas para empinarse y decirle cualquier zalamería. El dictador ni lo determina saboreando aquel suculento desayuno de noticias que le recuerdan sus viejos tiempos, con una oposición –salvo la honrosa excepción de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal- pusilánime o peor aún, castrada o en venta como la de ahora. Leía y releía con gozo la calculada distorsión de sus fines cívicos y morales, de policía y ejército, para de institucionales pasar a ser del servicio personal del nuevo dictador. “A lo mejor lo logra, pues salió aventajado mi alumno “, pensó, olvidando el tiempo transcurrido, quizás porque ahí no había tiempo para el tiempo, o el tiempo ya no era oro.
Donde el tiempo continuaba la ficción de ser de oro –y oro para continuar todo el tiempo en el poder- era aquí, y eso sí, aunque por razones distintas, hacía sonreír a los dos dictadores, al de aquí y al de allá. El de aquí, es decir nuestro monarca en inevitable tránsito, tenía ya todos los instrumentos de poder y represivos que había tenido el de allá: Nicolasa Porras, Gonzalo Cerna, turbas, humillante supeditación de los empleados públicos a la obediencia partidaria, y en fin, todo igualito. Lo que a él le faltó, se recriminaba Somoza mientras el extraterrestre lo soplaba con sus enormes orejas, eran unos manipuladores políticos de la calaña de Bayardo Arce y Payo Solís. Esos dos si eran lo máximo. Fuera de serie, se decía eufórico. Lo ideal para tardar más en venir al infierno. Se carcajeaba complacido por el descarado cinismo de Payo Solís diciéndole a la oposición, más claro que lo que canta un gallo, que eran una solemne mierda si no se percataban que jamás volverían al poder, y que de una vez por todas aceptaran que éste pertenecía para siempre a Daniel Ortega. Solo le faltó agregar un pregón que anda por las calles: “Mientras Daniel respire, que nadie aspire.” Pero quiere decir lo mismo, reflexionaba Somoza volviéndose a acomodar en su cama de brasas al rojo vivo, a la que ya parecía haberse acostumbrado. Claro, continuó, no existe el para siempre, en la tierra al menos, y poniéndose nostálgico dijo en voz alta de manera que no solo el extraterrestre lo escuchara: “Tarde o temprano vendrá. Tanto joder al país, para acabar siendo peor que yo. Aquí lo espero.”
luisrochaurtecho@yahoo.com
“Extremadura”, Masatepe, 3 de junio de 2010.

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