El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 27 de octubre de 2012

Hablar sin reflexionar


Por Néstor Avendaño, economista

La prudencia es la madre de la ciencia y Miguel Savastano, subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), volvió a patinar en sus declaraciones sobre la economía de Nicaragua, publicadas en la edición del diario La Prensa el 24 de septiembre de este año, al considerarla como “muy sana”. La prudencia fue la base de su afirmación, pero no la de él sino la de la política fiscal y de la política monetaria; sin embargo, el agua rebalsó el vaso cuando dijo que Nicaragua “no tiene un problema macroeconómico, por lo tanto no necesita un programa con el FMI.”

La prudencia macroeconómica exige pensar y bien, con gran atención, no sólo sobre la economía, sino principalmente sobre uno mismo. Es allí en que se logra identificar la rectitud y la ética profesional, es decir, las virtudes cardinales de un economista ajeno a lo que llamo “calores políticos” y “lisonjas al gobernante”. Si Savastano no conociera muy bien la situación macroeconómica de nuestro país reflexionaría sobre su voluntad de no juzgar sin conocer y cuidar su acción, pero al conocerla puso en riesgo su credibilidad profesional.

Para todos es conocido que la economía de Nicaragua continúa siendo muy “vulnerable” ante los choques externos, porque aún dependemos en gran forma de la cooperación internacional para financiar un déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos equivalente a 14% del Producto Interno Bruto (PIB). Si Nicaragua tuviese una economía “muy sana”, el FMI no mantendría la condicionalidad fondomonetarista de que se mantenga un elemento mínimo de concesionalidad del 35% en la contratación de la nueva deuda pública externa del país y no existiría la prohibición del policía financiero internacional de no endeudarnos en el mercado financiero internacional. También no hubiésemos observado los candentes comentarios nacionales sobre los riesgos económicos de Nicaragua si el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, fracasaba en su tercer intento de reelegirse por tercera vez como mandatario de la nación sudamericana. Lastimosamente, Savastano olvidó que Nicaragua no es sujeto de crédito en el mercado financiero internacional.

Entre los problemas de largo plazo, Savastano nos prescribe, entre otras recetas estructurales, la actual disposición del FMI que preconiza en Europa y Estados Unidos, es decir, “reducir la deuda a niveles más bajos de los actuales”, pero obvió que el FMI, nombrado a finales de 2006 por el Grupo de los 7 (G-7) el administrador de la reducción de la deuda externa de 43 países pobres muy endeudados, un club del cual tenemos el extraño honor de ser uno de sus miembros, no ha colaborado con Nicaragua para restructurar el 40% del saldo actual de la deuda pública externa, un saldo que en 2011 es equivalente a 44% del PIB. Este porcentaje de endeudamiento público externo indica que Nicaragua ha dejado de estar severamente endeudado con sus acreedores externos, pero sigue siendo pobre al no tener capacidad de pago ni ser sujeto de crédito en el mercado financiero internacional.

Aún más, en el terreno de la deuda pública interna, en 1997 el representante residente del FMI de Nicaragua de ese entonces mantuvo un silencio sepulcral cuando Noel Ramírez, presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN) endeudó a los nicaragüenses con una tasa de interés “dolarizada” de 15%, mayor que el costo prohibido del mercado financiero internacional, en la inversión financiera de 75 millones de dólares que realizó Lehman Brothers al adquirir CENIs “subastados” por la autoridad monetaria; o en 2001, cuando Noel Ramírez liquidó al INTERBANK con la entrega de CENIS Bancarios con valor precio de 152.7 millones de dólares y con tasas de rendimientos de 15%, 17.65% y 21.43%, es decir, con una tasa ponderada de 19.45%, mucho más elevada que el costo de los préstamos en el mercado financiero internacional, que arrojó un valor facial de esos títulos valores del orden de 257.4 millones de dólares. Tampoco podemos olvidar que el panorama fiscal continuó siendo torpedeado con la reestructuración de la deuda pública interna por las liquidaciones bancarias de 2000 y 2001 y con la subasta de activos de los bancos liquidados, acciones en las cuales se distinguió principalmente el entonces ministro de Hacienda y Crédito Público, Eduardo Montealegre. Y Savastano nos pide reducir más la deuda pública, en vez de pedir que se sancionen los ilícitos que han elevado esa deuda.

En la arena de las finanzas gubernamentales, Savastano sabe que el déficit fiscal de Nicaragua es apenas igual a 1% del PIB en 2011 y recomienda seguir fortaleciendo el ámbito fiscal. Esta recomendación aparentemente es un mea culpa muy discreto del aval del FMI para que el BCN registrara la asistencia financiera de Venezuela en la cuenta de capital de la balanza de pagos del país, a sabiendas que con esos recursos se financia un gasto público importante, por ejemplo el bono salarial de 750 córdobas entregados a cada uno de los 165 mil 943 empleados públicos que devengan salarios bajos y cuyo costo anual es de 1 mil 400 millones de córdobas,  o sea, el 60% los ingresos tributarios esperados con la reforma tributaria en ciernes.

Recurriendo al argot fondomonetarista, el déficit fiscal sobre la línea sería igual a 7% del PIB en 2011, en vez del dato oficial 1% del PIB, que hubiese sacado a Nicaragua del Programa “Servicio de Crédito Ampliado 2007-2011” (SCA) y obligado al gobierno a la adopción de un programa sombra con el FMI, es decir, que el país cumpliera siempre las condicionalidades suscritas sin recibir ningún préstamo de divisas líquidas de libre disponibilidad para apoyo presupuestario y para apoyo a la balanza de pagos de parte de los organismos financieros multilaterales.

Hubiese sido mejor que Savastano haya afirmado que la situación macroeconómica de Nicaragua “está bien” pero también es “frágil” y que es necesario, en el menor plazo posible, iniciar las conversaciones entre el gobierno de Nicaragua y el FMI para suscribir el quinto programa económico trienal para la atracción de la inversión extranjera directa que apoye un crecimiento económico sostenible en el corto plazo y el desarrollo económico en el largo plazo, para que Nicaragua tenga acceso a las ventanillas de préstamos muy concesionales del FMI, Banco Mundial (BM/IDA) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para que el gobierno pueda contratar divisas líquidas atadas al financiamiento de los proyectos de inversión pública, para fortalecer el mantenimiento de un presupuestario equilibrado y la posición de las reservas internacionales, y para disponer de financiamiento multilateral en la ejecución de reformas estructurales acordadas con el FMI, como son los casos de la reforma tributaria, la reforma de fondo de pensiones de seguridad social y el establecimiento de una banda cambiaria que sustituya  al régimen de tipo de cambio deslizante o reptante.

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