miércoles, 10 de septiembre de 2014
Padre nuestro que estás en los celos
Onofre Guevara López
La idea que se tenga sobre el significado, trascendencia o legitimidad de una revolución y de las características de su proceso, depende de subjetividades y, en especial, de los intereses materiales e ideológicos que tiene cada persona. Elemental, no existe un criterio unánime sobre la revolución, y no hay revolución sin contrarrevolución.
Hay reacciones inteligente contra una revolución y también ridículas, simples, como quienes “comentan” un hecho revolucionario con ataques viscerales y ofensas personales contra sus líderes a falta de una argumentación racional. De estas se ven con frecuencia en los “comentarios” de las redes sociales, en contra de las revoluciones o contra lo que creen ver en ellas.
¿Por qué unos la condenan con los mismos argumentos congelados con que se viene condenando a todas las revoluciones? Supongo que se debe a la carencia de objetividad, debido a que, además de los intereses, funcionan los prejuicios y las fobias conservadas en el pensamiento de forma esquemática.
Si no se hiciera el esfuerzo por ser sincero y objetivo, nunca se obtendría una visión más o menos correcta de cada revolución, o algún aspecto de la misma. Es normal que cueste entender cuándo se es víctima de una pasión fanática e irracional y cuándo se es objetivo.
La revolución que más apasionadas atenciones atrae actualmente, y sobre la cual sus adversarios lanzan antológicas basuras condenatorias, es la venezolana. Nunca he ocultado mis simpatías por esa revolución, ni he renunciado a criticar lo que pienso merece ser criticado. Y trato de ver con objetividad lo que sus adversarios no desean ver:
* A una oposición en su lógica reacción de clase ex dominante, utilizando recursos de sus aliados externos, antiguos explotadores del petróleo y otros recursos energéticos venezolanos, en la búsqueda de reconquistar en poder. Motivada por sus rencores clasistas ante quienes perdieron el poder, el que siempre utilizaron para garantizar sus privilegios y los dividendos (o coimas) ofrecidas por sus socios extranjeros, utiliza las influencias ideológicas con las que aún cuenta –pese a su decadencia— sobre sectores sociales rezagados, convertibles en actores violentamente alienados, como los actuantes en los primeros meses del año en las llamadas “guarimbas”. Su otro recurso, guerra económica, con especulación y contrabando, es la reedición de su historial de gobierno que no le avala ante la mayoría del pueblo, sino lo contrario.
* Una oposición que ante las respuestas a su reacción contrarrevolucionaria del gobierno de Maduro, confió en la violencia, en la campaña de prensa internacional y en las acciones “estudiantiles” para conseguir “la salida” de Maduro, pero lo único que ha conseguido es su propio descalabro (la “Mesa de la unidad democrática”, no tiene quien la dirija).
* Una oposición que nunca tuvo un líder con los recursos de un Hugo Chávez, de extraordinaria capacidad como conductor de masas, de gran claridad política y convicción patriótica, cautivador de la opinión popular mayoritaria, lo cual le permitió encabezar una revolución pacífica que devolvió dignidad y confianza en sí mismo al pueblo venezolano. Aunque histriónico en sus poses, siempre les dijo la verdad, y por eso le odian y aun muerto le tienen celos.
* La oposición interpreta mal algunos errores de Chávez, como su religiosidad, como una manipulación política. Y eso es verdad. Pero no puede, o no quiere ver, que además de haber utilizado la religión para estimular su propio culto y su carisma, su error consiste en haber asumido las creencias religiosas cristianas como factor ideológico, practicando un eclecticismo estéril, y una contradicción ideológica aberrante, pues al mismo tiempo que luchó contra las consecuencias de atraso y pobreza heredadas del colonialismo, adoptó las mismas concepciones religiosas que les sirvieron a los conquistadores para someter a nuestros antepasados y luego obligarlos a vivir y sufrir explotación y oscurantismo.
* La oposición siente celos del chavismo, porque la religión ha sido su instrumento de dominación, como oligarquía descendiente del colonialismo español, y se lo está quitando. Por su lado, Maduro está promoviendo el misticismo clerical para construirle un culto cuasi religioso a la memoria de Chávez, creyendo que así le arrebata a la derecha la bandera religiosa. Inútil y contradictorio empeño es usar las armas ideológicas-religiosas del conquistador esclavista para la liberación de los esclavizados.
¿Qué hace imaginar a un revolucionario la posibilidad de armonizar cosas tan contradictorias? Podría ser por interés de ganarse al pueblo creyente, lo cual es manipulación, pues al pueblo se le debe respetar sus creencias, y ganarlo para la revolución con una educación científica liberadora.
Con la manipulación religiosa, el chavismo ha creado enemigos extras, ha despertado los celos de los tradicionales manipuladores religiosos –curas y “santos” laicos—; y por esta parodia del Padre Nuestro, ha desatado su furia: “Chávez nuestro que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá”. Solo este fragmento revela una acción ideológica deformante. Este eclecticismo introducido en el proceso venezolano, es una amenaza para el ideal de socialismo que tiene el pueblo, y cuando quieran rectificar… podrían no encontrar el “santo” que les haga el milagro de salvar el proceso.
Esa parodia la leyó en un acto político una lideresa popular, María Uribe, a quien la jerarquía católica venezolana –y la derecha continental— la tiene bajo su fuego sacro, como no lo hicieron con Pablo Neruda por su usar el Padre Nuestro en honor a Bolívar. Distinto es el caso de Mario Benedetti, quien en “Un Padre Nuestro latinoamericano”, no le canta loas a nadie en particular, sino a la lucha liberadora de nuestros pueblos. Veamos el primero y últimos versos de su poema:
“Padre nuestro que estás en los cielos/con las golondrinas y los misiles/quiero que vuelvas antes que olvides/como se llega al sur del Río Grande.
(…)“poco importa que nuestros acreedores así como nosotros/una vez/por error/perdonamos a nuestros deudores/todavía/nos deben un siglo/de insomnios y garrote/como tres mil kilómetros de injurias/como veinte medallas a Somoza/como una sola Guatemala muerta/no nos dejes caer en la tentación/de olvidar o vender este pasado/o arrendar una sola hectárea de olvido/ahora que es la hora de saber quiénes somos/y han de cruzar el río/el dólar y el amor contrarrembolso/arráncanos del alma el último mendigo/ y líbranos de todo mal de conciencia/amén”.
Los revolucionarios venezolanos están persignándose ante imagen de Chávez, en vez de tomar lo que tiene de auténtico su legado para seguir avanzando.
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Paráfrasis
“Mina El Comal ya no será explotada”, pero sí a los mineros…
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Ojo, Carlos: el título es “Padre nuestro que estás en los celos”, no en los cielos como en la oración original. Lo aclaro porque es factible la confusión.
OGL
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