jueves, 29 de noviembre de 2012

100 años de Mariano Rodríguez


Roberto Fernández Retamar

¡Dios mío, Mariano, tan juvenil, ha cumplido cien años! Y qué bien llega a su siglo. No se concibe la pintura cubana sin su obra esencial;  ni se concibe sin él la Casa de las Américas, de la que fue uno de los forjadores. A partir de 1962 encabezó su dirección de artes plásticas, fue luego vicepresidente primero, y, tras la desaparición de su fundadora, la inolvidable Haydee Santamaría, llegó a presidir la institución, hasta que, enfermo, se retiró en 1986. Haydee, quien tanto lo admiró y quiso, solía decir que la labor de Mariano en la Casa era parte de su  creación artística. Nada más lejos  de esa creación que el laberinto burocrático que ambos desdeñaron y  desdeñamos cuantos hemos participado de la aventura que es la Casa. Cuando ingresó en ella, Mariano tenía  amplia experiencia en faenas políticas juveniles y en empresas culturales como las de las revistas Espuela de Plata y Orígenes, junto a su fraterno José Lezama Lima, quien le dedicó tantas páginas luminosas.  Mariano era ya uno de los más altos representantes de lo que, refiriéndose a la pintura,  desde los años cuarenta del siglo pasado se dio en llamar la Escuela de La Habana. Y puso el prestigio que poseía al servicio de la Casa, atrayendo a ella a numerosísimos artistas plásticos de primer orden, muchas de cuyas obras enriquecen hoy a la institución. Precisamente entre los homenajes que la Casa rinde a su Mariano se encuentra la muestra para la que escribo estas palabras: una muestra por necesidad parcial de los cuadros que, gracias a él, donaron a la Casa dichos artistas, a lo que se han sumado cartas que   envió a lo largo de los fructíferos años en que la Casa tuvo el lujo de contar con Mariano como uno de sus pilares, fotos con sus colegas y varios simpáticos doodles:  no sé cómo  se llaman en español esos afortunados dibujillos que prodigaba en las reuniones del consejo de dirección y compañeros como Chiki Salsamendi y Roberto Navarro han atesorado. El  catálogo de  esta exposición ostenta a su frente una imagen suya de la Casa que nos fue donada por su hijo Alejandro, quien tan celosamente cuida la obra de Mariano. Sin duda él sigue y seguirá con nosotros, los que celebramos sus cien años con  orgullo y gratitud, ahora en esta galería que de manera elocuente perpetúa  su nombre.
 La Habana, noviembre de 2012.

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