“Quien es despertado a propósito de las injusticias generadas por la mala distribución de la riqueza, si tiene grandeza de alma captará las protestas silenciosas o violentas de los pobres. La protesta de los pobres es la voz de Dios”.[1]
[1] Helder Cámara, arzobispo de Recife, Brasil (1909-1999), cit. en José F Marins, 2000, p. 519
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