“Pues, todo el que no usa de su patrimonio como poseedor, que no sabe dar con largueza y que no sabe repartir a los pobres, es siervo de ella y no señor, porque guarda las riquezas ajenas como criado y no usa de ellas como señor. Por tanto, en este sentido decimos que el varón es de las riquezas, no las riquezas del varón. El entendimiento es bueno para los que usan de él; pero quien no entiende no puede reclamar la gracia del entendimiento y por eso le adormece –el sueño, es decir, el suyo no el de Cristo. Y porque no duerme el sueño de Cristo, no poseen su paz ni resucitarán con Él, que dijo: -Yo dormí, reposé y resucité porque el Señor me acogió”.[1]
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