Durante mi estadía en Nicaragua en enero pasado, tuve la oportunidad de trabajar con los y las participantes del curso El Poder Político en Nicaragua, que iniciamos en octubre del año pasado. Trece brillantes jóvenes llegaron al final del curso, de los cuales doce participaron en las reuniones de trabajo que organizamos el miércoles 19 y en un taller que tuvo lugar el viernes 21, de las ocho y media de la mañana a las seis de la tarde.
La reunión del viernes fue un verdadero festín intelectual. Las ideas fluyeron libremente, y la crítica se ofreció y fue recibida por las participantes, con seriedad, respeto y solidaridad.
Revisamos los trabajos individuales y de grupo que los integrantes del curso habían elaborado y establecimos guías para su revisión y desarrollo. Éstos contienen análisis de diferentes facetas del poder político nicaragüense, así como propuestas para su depuración y transformación. Los trabajos serán presentados en una conferencia que se organizará durante el mes de marzo próximo y que se anunciará con tiempo para que otros jóvenes puedan pensar juntas y debatir sobre el futuro de nuestra sociedad.
También pensamos publicar un libro con los trabajos que se presenten en la conferencia de marzo; un libro escrito por jóvenes para los jóvenes de Nicaragua y para los que, sin ser jóvenes, estemos dispuestos a abrir nuestras mentes y aprender de las nuevas generaciones.
Además de su valor político y académico, el curso El Poder político en Nicaragua tiene un valor simbólico que yo quiero resaltar. Los y las jóvenes que participaron en este esfuerzo lo hicieron, simple y sencillamente, por el deseo de ampliar los límites de su intelecto e imaginación. Dos instituciones académicas ofrecieron acreditar la actividad pero decidimos declinar estas amables invitaciones porque la intención era organizar un curso en el que la única motivación para participar y trabajar fuera la oportunidad de exponer y debatir ideas.
Por esta misma razón no se solicitó apoyo alguno a ninguna agencia de cooperación internacional para organizar el curso. Queríamos que éste fuese la expresión de una fuerza nica; es decir, la expresión de nuestros propios sacrificios, esfuerzos y motivaciones. Confidencial, a través del blog Generación XXI, fue el vehículo mediante el cual se organizó y anunció el curso. El Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA), de la Universidad Centroamericana (UCA), nos facilitó sus instalaciones para el taller y las reuniones de enero, nos mimó con su conocida eficiencia, y nos proporcionó una fuente de delicioso café para mantenernos energizados. Nosotros, los y las participantes, cubrimos el costo del almuerzo del taller, incluyendo una riquísima torta que comimos de postre. Pero sobre todo, a lo largo del curso y durante el taller, pusimos nuestro tiempo, nuestras mentes y nuestros corazones en una actividad que ha dado muy buenos resultados y de la que podemos aprender para ser más efectivos y eficientes en el futuro. En síntesis, pudimos haber colocado un rótulo en la entrada del recinto José Coronel Urtecho –donde se celebró el taller—que dijera:
Taller El Poder Político en Nicaragua.
Fuente de Financiamiento: Nuestro Tiempo y Nuestras Ganas de Pensar.
Para mí fue un verdadero gusto poder observar a una muestra de la juventud nicaragüense intentando nominar y explicar las causas de nuestra miseria para buscar formas de superarla. Viéndolos trabajar, con la dedicación y las ganas con que lo hicieron, no pude evitar pensar en la inmensa brecha que separa a la juventud nicaragüense, de la clase política que dice representarla. Puedo asegurar que ni uno solo de los llamados líderes nacionales que hoy participan en la política del vientre que se ha institucionalizado en nuestro país, cuentan con el talento y la imaginación mostrada durante el taller del viernes 21 de enero, por Carlos Villanueva, Daniel Barrios, David Díaz, Elvin Rodríguez, Gonzalo Chavarría, María Guadalupe Wallace, Irving Cordero, Juan Pablo Gómez, Dariana Valenzuela, María José Díaz Reyes, Rolando Dávila, y Tania Yahosca Baltodano. Pauni Obregón nos acompañó desde lejos con sus excelentes ideas.
Escuchando a estos jóvenes expresar sus ideas y sus aspiraciones, uno se ve obligado a preguntarse. ¿Por qué la juventud no aparece hoy ocupando puestos de liderazgo en el proceso político nicaragüense? ¿Cómo es que la mediocre y arrugada clase política nicaragüense los ha mantenido al margen de las instancias en donde se decide el futuro de nuestro país? ¿Cómo explicar la gradual consolidación de lo que en el trabajo de Daniel Barrios se conceptualiza como un Estado “Providencialista y Gerontocrático” en Nicaragua?
Quiero articular una hipótesis para explorar estas preguntas. Una hipótesis de trabajo, para seguir pensando. La llamo la hipótesis del peldaño roto porque cuando mentalmente visualizo la vida política de mi país, veo a un montón de sesentones, setentonas y hasta ochentones, ocupando los peldaños superiores de la escalera que sirve para alcanzar el poder político en Nicaragua. Luego veo un peldaño roto: una brecha-abismo que es necesario explicar. Y luego puedo ver a una juventud que, colocada en los peldaños inferiores de la escalera, no logra saltar la brecha que los separa de los que hoy monopolizan el poder del Estado o las posiciones de liderazgo en esa cosa gelatinosa, chata y mediocre que llamamos “la oposición”.
¿Cómo explicar la brecha?
El peldaño roto tiene una posible explicación. Durante la década de los 1980s, lo mejor de nuestra juventud fue absorbida, política e ideológicamente, por la Revolución Sandinista. No cabe duda de que los jóvenes hicieron todo lo que valió la pena y fue digno en esa Revolución: desde alfabetizar hasta derramar su sangre y morir por ideales que luego fueron traicionados por los que decidieron reducir la pobreza en Nicaragua, convirtiéndose en millonarios.
El fracaso de la revolución y la corrupción del FSLN después de 1990, dejó a la juventud de los 1980s en un limbo político y emocional que merece ser explicado con más tiempo del que podemos dedicar a la columna de hoy. Por el momento señalemos que la juventud de los 80s nunca logró avanzar en la escalera de la política nicaragüense. Se inmovilizó y, por eso, algunas de sus miembros hablan hoy de “la generación pasmada” (aturdida) para referirse a ellos mismos.
La inmovilización en la que políticamente quedó la generación de los 1980s, cortó el proceso de circulación del que normalmente se nutre o debe nutrirse la clase política de cualquier sociedad. Se creó así una brecha-abismo generacional que hasta el día de hoy impide la participación de nuestros jóvenes en la toma de decisiones que define la naturaleza y dirección de la política nicaragüense.
El peldaño roto, en la representación metafórica de la escalera política en nuestro país, podría ser la razón de que Nicaragua cuente hoy con una clase política que pareciera ser la más vieja, o una de las más viejas del continente. Esta aserción es tentativa y, por lo tanto, para ser aceptada, debe validarse empíricamente. Sería interesante, por ejemplo, conocer las edades promedio de los parlamentarios de los países del continente y otros datos que faciliten una comprensión de la circulación y participación de la juventud en la formación y desarrollo de las clases políticas de cada país.
Por el momento, estudiemos algunos datos sueltos que tentativamente sugieren que nuestra clase política es las más vieja o una de las más viejas del continente. Con la excepción de José Mujica, el presidente de mayor edad que ha tenido Uruguay en su historia, Daniel Ortega es el presidente más viejo de los presidentes del continente Americano, desde Canadá en el extremo Norte, hasta Chile y la Argentina en el extremo Sur. A continuación las fechas de nacimiento de los y las mandatarias del continente, empezando con el más joven y terminando con el de mayor edad.
Fechas de Nacimiento de los/las Presidentas y Primeros Ministros del Continente Americano
Ecuador: Rafael Correa Delgado 1963
México: Felipe Calderón 1962
Estados Unidos: Barak Obama, 1961
Canadá, Stephen Harper, 1959
Bolivia: Evo Morales 1959
El Salvador: Mauricio Funes 1959
Costa Rica Laura Chinchilla 1959
Venezuela: Hugo Chávez 1954
Argentina: Cristina Fernández de Kirchner 1953
Panamá: Ricardo Martinelli 1952
Paraguay: Fernando Lugo 1951
Colombia: Juan Manuel Santos 1951
Guatemala: Álvaro Colom 1951
Chile: Sebastián Piñera 1949
Perú: Alán García 1949
Brasil Dilma Rousseff 1947
Honduras: Porfirio Lobo Sosa 1947
Nicaragua: Daniel Ortega 1945
Uruguay: José Mujica 1935
Cuba no aparece en la lista anterior por ser un país que, cuando de la edad de sus líderes se trata, juega en su propia liga. Fidel, que tiene 85 años le traspasó el poder a la generación de su hermano, que tiene 80.
En la categoría de los y las Vice-presidentes, al menos de Centroamérica, no andamos mejor que en la categoría de Presidentes. Veamos.
Fechas de Nacimiento de los/las Vice-Presidentes de América Latina
Panamá: Juan Carlos Varela 1963
Honduras: María Antonieta de Bográn 1955 (Primer VP)
Guatemala: José Rafael Espada 1944
El Salvador: Salvador Sánchez Cerén 1944
Costa Rica: Alfio Piva Mesén 1940 (Primer VP)
Nicaragua: Jaime Morales 1936
Los escenarios que se dibujan en el futuro no son nada halagüeños. Nuestros actuales candidatos presidenciales van, inevitablemente, a acentuar la vejez de nuestra clase política con relación al resto de los países del continente americano. Usemos como punto de referencia las edades de los y las actuales mandatarios y mandatarias del continente. Si ganara Arnoldo Alemán, nacido en 1946, Nicaragua tendría el tercer mandatario más viejo del continente. Si ganara Daniel Ortega, Nicaragua mantendría el segundo lugar. Y si ganara “Don Fabio”, nacido en 1931, desplazaríamos a Uruguay convirtiéndonos en el país con el mandatario más viejo de todo el continente. En los “Juegos Panamericanos de la Edad”, seremos medallistas, independientemente de quién gane las elecciones de Noviembre (pretendamos por un momento que se tratan de verdaderas elecciones con resultados impredecibles). Lo único que no sabemos es si la medalla ganadora será de bronce (Alemán), o de plata (Ortega), o si Don Fabio se llevará la de oro.
El significado de estos datos se complica si se toma en cuenta que mientras que Uruguay –el país con el presidente de mayor edad del continente–, cuenta con la población más envejecida de América Latina, Nicaragua es uno de los países mas jóvenes de la región. De acuerdo a algunas estimaciones, más del 70% de nuestra población es menor de 30 años y menos del 4% tiene más de 65 años. Mientras tanto, el promedio de edad de nuestros principales candidatos presidenciales en este año electoral es de 71 abriles.
¿Cuál será el promedio de edad de los y las candidatas en las elecciones del 2016? Desde ya podemos decir que Daniel Ortega, si es que antes no decide coronarse Rey, competirá nuevamente a los 71 años de edad. Y como no dudo de que las intenciones de los actuales líderes de “la oposición” es mantenerse en “la jugada”, Arnoldo Alemán y Edmundo Jarquín del MRS, buscarían nuevamente la presidencia, ambos con 70 años de edad en sus espaldas. Este es, sin dudas, un panorama desalentador que apuntala la visión del Estado Gerontocrático del que nos habla Daniel Barrios en su trabajo para el curso El Poder Político en Nicaragua.
Aclaraciones
Al abordar el tema de la edad de nuestra clase política, no sugiero que exista una edad tope para poder funcionar en posiciones de liderazgo político. Winston Churchill tenía 65 años de edad cuando fue electo Primer Ministro de Gran Bretaña y cuando empezó a jugar un papel de liderazgo internacional que fue vital para la derrota de los Nazis. Tampoco sugiero que la juventud sea garantía de calidad intelectual y moral. Los ejemplos que comprueban que no lo es, abundan.
Finalmente, no argumento que la edad cronológica coincide siempre con una mente y un corazón jóvenes. En nuestra clase política, por ejemplo, figura un personaje relativamente joven cuya visión política coincide, según él mismo lo reconoce, con la de Don Fabio.
Lo que señalo es que el tema de la edad de nuestra clase política es importante y debe ser estudiado porque existen evidencias que sugieren que en Nicaragua se ha interrumpido el proceso de circulación generacional que es tan necesario para el desarrollo y la revitalización política de cualquier sociedad. Si esto es así, estamos frente a un grave problema. El sentido de la vida y la visión de futuro de un Arnoldo Alemán, o de un Daniel Ortega, o de un Fabio Gadea, tiene poco o nada en común con el sentido de la vida y la visión de futuro de la juventud con la que tuve la oportunidad de trabajar en Managua hace unas semanas. El peldaño roto debe ser reparado.
Andrés Pérez Baltodano.
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