“De un modo se debe amonestar a los que ni desean lo ajeno, ni reparten lo suyo, y de otro, a los que dan algo de lo que tienen, y sin embargo, no desisten de apropiarse de lo ajeno. Se debe aconsejar a los primeros que consideren diligentemente que la tierra de que disponen es común para todos. En consecuencia, en vano se creen inocentes quienes reivindican el don común de Dios para sí solos, quienes cuando no dan de lo que han recibido causan cruelmente la muerte de sus prójimos; porque matan a tantos todos los días, cuantos mueren de pobreza y ellos esconden junto a sí su socorro. Cuando proporcionamos algo necesario a los indigentes les devolvemos lo suyo, no les participamos lo nuestro; más bien pagamos una deuda de justicia que cumplimos una obra de misericordia”. [1]
No hay comentarios:
Publicar un comentario